«Son muchas horas de intimidad apasionada cuyo recuerdo intento fijar en este libro, horas en las que, vagando de calle en calle, de campo en campo, bogando en la soledad luminosa de la Laguna, mecido en los cojines de una góndola o acodado en la barandilla de madera de una altana, Venecia me confió, a cambio de mi atento cariño, algunos secretos de su silencio y su belleza.»
En La altana, publicada en 1928, Régnier da cuenta de cada una de sus doce estancias venecianas: sus impresiones de viajero, sus visitas a museos, iglesias, sus encuentros con los amigos escritores y artistas (entre los que destaca Fortuny), pero sobre todo sus callejeos por la ciudad y por la Laguna.
Ilustrado con fotografías de Mariano Fortuny.
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