CUENTOS DE LA ALHAMBRA
WASHINGTON IRVING
24 x 31 cm
ISBN 978-84-15009-09-2
252 páginas
pvp:21,05 euros
Es imposible pensar en la Alhambra y el Generalife sin recordar a Irving, y hasta quienes no han leído los Cuentos de la Alhambra han oído hablar de ellos o han recibido, a través de otros conductos, sus efluvios: por osmosis o, como diría Rubén Darío, gran admirador del enclave nazarí, por cerebración inconsciente. Un libro puede cambiar profundamente nuestra percepción de un lugar y conseguir que, después, nunca sea para nosotros el mismo. Lo hace Cuentos de la Alhambra. Irving no se limita a reproducir -sin duda embelleciéndolos considerablemente- los cuentos y leyendas oídos a su amigo Mateo Jiménez, legítimo hijo de la Alhambra, y otros, sino que nos transmite lo que va descubriendo por sí mismo. Quien se adentre en estas páginas por vez primera, con espíritu de aventura, no se va a sentir defraudado. Y qué querrá visitar cuanto antes, si no lo ha hecho ya, el paraíso que tuvo que abandonar Boabdil y cuya pérdida le recriminara, con tanta amargura, su madre.
ISBN 978-84-15009-09-2
252 páginas
pvp:21,05 euros
Es imposible pensar en la Alhambra y el Generalife sin recordar a Irving, y hasta quienes no han leído los Cuentos de la Alhambra han oído hablar de ellos o han recibido, a través de otros conductos, sus efluvios: por osmosis o, como diría Rubén Darío, gran admirador del enclave nazarí, por cerebración inconsciente. Un libro puede cambiar profundamente nuestra percepción de un lugar y conseguir que, después, nunca sea para nosotros el mismo. Lo hace Cuentos de la Alhambra. Irving no se limita a reproducir -sin duda embelleciéndolos considerablemente- los cuentos y leyendas oídos a su amigo Mateo Jiménez, legítimo hijo de la Alhambra, y otros, sino que nos transmite lo que va descubriendo por sí mismo. Quien se adentre en estas páginas por vez primera, con espíritu de aventura, no se va a sentir defraudado. Y qué querrá visitar cuanto antes, si no lo ha hecho ya, el paraíso que tuvo que abandonar Boabdil y cuya pérdida le recriminara, con tanta amargura, su madre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario